Había una vez una comunidad de animales que vivían en
un bosque hermoso y frondoso. Los animales eran felices y vivían en armonía,
pero un día un grupo de animales comenzó a sentirse más importantes que los
demás. Estos animales se jactaban de tener más derechos que los demás, e
impusieron sus "derechos" para hacer lo que querían, sin importarles
los demás.
Los animales que no tenían estos "derechos"
se sintieron marginados y tristes, pero no sabían qué hacer para cambiar la
situación. Un día, un búho sabio llegó al bosque y les habló de la importancia
de cumplir con nuestros deberes para tener derechos.
Les explicó que cada animal tenía deberes que cumplir
para que todos pudieran vivir en armonía, y que estos deberes eran la base de
sus derechos. Les enseñó que los derechos no son algo que se otorga por el
simple hecho de existir, sino que se ganan con el cumplimiento de nuestros
deberes para con nosotros mismos, nuestras familias, la sociedad.
Las criaturas del bosque escucharon con atención las
palabras del búho sabio y se dieron cuenta de que habían estado actuando de
manera egoísta e irresponsable. Comprendieron que debían asumir una nueva
manera de ser, en la que el respeto a los demás y el cumplimiento de los
deberes fueran la clave para ejercer sus derechos.
Así, cada animal comenzó a asumir sus
responsabilidades con entusiasmo y dedicación. Los animales más fuertes
ayudaban a los más débiles, los más grandes cuidaban de los más pequeños, y
todos se respetaban mutuamente. Se creó un ambiente de solidaridad y
cooperación que hacía que todos se sintieran parte de una gran familia.
Pero pronto, un grupo de animales comenzó a sentirse
incómodo con esta nueva forma de vida. Querían seguir actuando como lo habían
hecho antes, sin preocuparse por los demás y sin cumplir con sus deberes. Estos
animales se rebelaron contra la nueva forma de vida, pero los demás animales no
se dejaron vencer. Se unieron para hacerles entender que sus derechos terminan
donde empiezan los derechos de los demás.
Finalmente, aquellos animales entendieron la
importancia de la ética y la moral, y se sumaron al nuevo estilo de vida que
habían adoptado sus compañeros. Juntos, trabajaron para mantener el equilibrio
y la armonía en el bosque, y para que todos, cumpliendo con sus deberes,
pudieran disfrutar de sus derechos.
Desde entonces, el bosque fue un lugar donde reinaba
el respeto, la felicidad y la paz. Los animales aprendieron que, para vivir en
armonía, debían asumir una nueva manera de ser, en la que el respeto a los
demás y el cumplimiento de los deberes eran la base para tener los derechos. Y
así, todos vivieron felices para siempre.
(el titulo
corresponde al Artículo 29 de la Declaración Universal de Derechos Humanos)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario