En una pequeña aldea vivía un joven llamado Juan, quien era muy entrometido y no podía resistir la tentación de meterse en los asuntos de los demás.
Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró, lo que creyó que era un nido de pájaros abandonado.
Al acercarse, vio que había un huevo brillante y hermoso en su interior.
Juan, sintiendo la tentación de tomar el huevo y llevárselo, no pensó en las consecuencias de sus acciones y lo tomó, escondiéndolo en su bolsillo.
Al regresar a su casa, Juan mostró el huevo a su madre y le preguntó si podían empollarlo. La madre de Juan, conocedora de las costumbres del bosque, le explicó que ese huevo no le pertenecía y que debían devolverlo al nido para que la madre pájaro pudiera cuidarlo. Pero Juan, no quería escucharla y decidió quedarse con el huevo, pensando en lo hermoso que sería tener su propio polluelo.
Después de varios días de espera, Juan se llevó una gran sorpresa cuando, al romper el huevo, se encontró con una serpiente venenosa que lo mordió. Juan cayó al suelo, sintiendo cómo el veneno se extendía por su cuerpo. Afortunadamente, su madre lo encontró a tiempo y llamó a un curandero que le salvó la vida.
Después de este hecho que casi le cuesta la vida, Juan comprendió lo que significaba en refrán: "lo ajeno tiene espinas, no se toca ".
Así, Juan aprendió a respetar la propiedad de los demás, a no meterse en los asuntos que no le correspondían.
También aprendió que las decisiones impulsivas, egoístas podían tener consecuencias graves y que era importante pensar antes de actuar.
Pasaron los años y Juan, ya anciano, recordaba con pesar aquella experiencia de su vida, pensaba que la serpiente pudo morder a su mamá y que las consecuencias habrían sido fatales.
Se sentía agradecido porque esto no sucedió y porque aprendió la gran lección de su vida.
Lo que le sucedió a Juan se supo en toda la aldea y sirvió para enseñar a todos el deber de respetar lo ajeno, a no meterse en asuntos que no les compete.
"Lo ajeno tiene espinas, no se toca ", es un refrán que se transmite de generación en generación en la aldea.
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